Cabezón, Antonio de - Obras de música para tecla, arpa y vihuela - 1578 - f05v

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Y no estoruarse [=estoruar] las marauillosas obras, que para gloria y alabança de su criador, ordenaua, y por su mano tañia con tan gran admiracion de qua[n]tos le oya[n]: es Dios tan liberal en las recompensas que da por lo que a los hombres quita, que por el vsufructo de la vista corporal q[ue] quito a Antonio de Cabeçon, le dio una vista marauillosa del animo abriendole los ojos del entendimiento para alca[n]çar las subtilazas [sic por sutilezas] grandes desta arte y llegar en ella a donde hombre humano jamas llego; y bien se parescio auer rescibido este don, de su ingenio de mano de Dios, pues fue como origen y principio de vna singular virtud y christiandad, en que no menos se auentajo en su vida, que en las obras de su musica, siruiendo a nuestro señor no solo con el armonia della pero con aquella rara suerte de musica, que Socrates dezia, concordando sus buenas obras, con sus palabras sin caer en la reprehension que Diogenes haze a los musicos de su tiempo, que sabiendo templar las cuerdas, no sabian templar las passiones de su animo.

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05v
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8

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armonía
armonia

Y no estoruarse [=estoruar] las marauillosas obras, que para gloria y alabança de su criador, ordenaua, y por su mano tañia con tan gran admiracion de qua[n]tos le oya[n]: es Dios tan liberal en las recompensas que da por lo que a los hombres quita, que por el vsufructo de la vista corporal q[ue] quito a Antonio de Cabeçon, le dio una vista marauillosa del animo abriendole los ojos del entendimiento para alca[n]çar las subtilazas [sic por sutilezas] grandes desta arte y llegar en ella a donde hombre humano jamas llego; y bien se parescio auer rescibido este don, de su ingenio de mano de Dios, pues fue como origen y principio de vna singular virtud y christiandad, en que no menos se auentajo en su vida, que en las obras de su musica, siruiendo a nuestro señor no solo con el armonia della pero con aquella rara suerte de musica, que Socrates dezia, concordando sus buenas obras, con sus palabras sin caer en la reprehension que Diogenes haze a los musicos de su tiempo, que sabiendo templar las cuerdas, no sabian templar las passiones de su animo.

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música
musica

Y no estoruarse [=estoruar] las marauillosas obras, que para gloria y alabança de su criador, ordenaua, y por su mano tañia con tan gran admiracion de qua[n]tos le oya[n]: es Dios tan liberal en las recompensas que da por lo que a los hombres quita, que por el vsufructo de la vista corporal q[ue] quito a Antonio de Cabeçon, le dio una vista marauillosa del animo abriendole los ojos del entendimiento para alca[n]çar las subtilazas [sic por sutilezas] grandes desta arte y llegar en ella a donde hombre humano jamas llego; y bien se parescio auer rescibido este don, de su ingenio de mano de Dios, pues fue como origen y principio de vna singular virtud y christiandad, en que no menos se auentajo en su vida, que en las obras de su musica, siruiendo a nuestro señor no solo con el armonia della pero con aquella rara suerte de musica, que Socrates dezia, concordando sus buenas obras, con sus palabras sin caer en la reprehension que Diogenes haze a los musicos de su tiempo, que sabiendo templar las cuerdas, no sabian templar las passiones de su animo.

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músico
musicos

Y no estoruarse [=estoruar] las marauillosas obras, que para gloria y alabança de su criador, ordenaua, y por su mano tañia con tan gran admiracion de qua[n]tos le oya[n]: es Dios tan liberal en las recompensas que da por lo que a los hombres quita, que por el vsufructo de la vista corporal q[ue] quito a Antonio de Cabeçon, le dio una vista marauillosa del animo abriendole los ojos del entendimiento para alca[n]çar las subtilazas [sic por sutilezas] grandes desta arte y llegar en ella a donde hombre humano jamas llego; y bien se parescio auer rescibido este don, de su ingenio de mano de Dios, pues fue como origen y principio de vna singular virtud y christiandad, en que no menos se auentajo en su vida, que en las obras de su musica, siruiendo a nuestro señor no solo con el armonia della pero con aquella rara suerte de musica, que Socrates dezia, concordando sus buenas obras, con sus palabras sin caer en la reprehension que Diogenes haze a los musicos de su tiempo, que sabiendo templar las cuerdas, no sabian templar las passiones de su animo.

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oír
oya[n]

Y no estoruarse [=estoruar] las marauillosas obras, que para gloria y alabança de su criador, ordenaua, y por su mano tañia con tan gran admiracion de qua[n]tos le oya[n]: es Dios tan liberal en las recompensas que da por lo que a los hombres quita, que por el vsufructo de la vista corporal q[ue] quito a Antonio de Cabeçon, le dio una vista marauillosa del animo abriendole los ojos del entendimiento para alca[n]çar las subtilazas [sic por sutilezas] grandes desta arte y llegar en ella a donde hombre humano jamas llego; y bien se parescio auer rescibido este don, de su ingenio de mano de Dios, pues fue como origen y principio de vna singular virtud y christiandad, en que no menos se auentajo en su vida, que en las obras de su musica, siruiendo a nuestro señor no solo con el armonia della pero con aquella rara suerte de musica, que Socrates dezia, concordando sus buenas obras, con sus palabras sin caer en la reprehension que Diogenes haze a los musicos de su tiempo, que sabiendo templar las cuerdas, no sabian templar las passiones de su animo.

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tañer
tañia

Y no estoruarse [=estoruar] las marauillosas obras, que para gloria y alabança de su criador, ordenaua, y por su mano tañia con tan gran admiracion de qua[n]tos le oya[n]: es Dios tan liberal en las recompensas que da por lo que a los hombres quita, que por el vsufructo de la vista corporal q[ue] quito a Antonio de Cabeçon, le dio una vista marauillosa del animo abriendole los ojos del entendimiento para alca[n]çar las subtilazas [sic por sutilezas] grandes desta arte y llegar en ella a donde hombre humano jamas llego; y bien se parescio auer rescibido este don, de su ingenio de mano de Dios, pues fue como origen y principio de vna singular virtud y christiandad, en que no menos se auentajo en su vida, que en las obras de su musica, siruiendo a nuestro señor no solo con el armonia della pero con aquella rara suerte de musica, que Socrates dezia, concordando sus buenas obras, con sus palabras sin caer en la reprehension que Diogenes haze a los musicos de su tiempo, que sabiendo templar las cuerdas, no sabian templar las passiones de su animo.