GERARDA: [...] Si la vieras agora de sirena con el arpa, trayendo aquellos dedos de cuerda en cuerda, que se reían, como que les hacía cosquillas_ los cabellos sueltos, que a veces sobre el arpa, envidiosos de las cuerdas, querían serlo, porque los tocase también a ellos_ y aún pienso que las cuerdas decían, en lo que sonaban, que los dejase hacer su oficio, pues ellas no los iban a estorbar cuando se tocaba Dorotea. [...]
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