Y así como no siempre que el profeta quisiere podrá profetizar, así no siempre el predicador podrá predicar bien, aunque quiera, no sólo porque la disposición del instrumento no está siempre en el punto que debe para ser templado, sino porque esto no es arte ni cae debajo de preceptos y reglas. Así como templado muy bien el instrumento no suena música porque no mueve las manos quien suele hacer estos efectos.