CELIA: No pliegues, ni jures, si quieres que te crea_ que ha un hora que estás martillando esas clavijas, templando, más que las cuerdas del arpa, las locuras del pensamiento. –DOROTEA: He quitado dos o tres, porque falseaban en los bemoles. -CELIA: Esos debían de ser los pensamientos de don Fernando. –DOROTEA: Bien dices, Celia_ que la ciencia de la música (como me decía mi maestro Enrique) no está en la facilidad de los dedos, ni en la voz entonada, sino [en] el alma, que es lo que llaman teórica. [...]
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