En llegando a él [Orfeo] las hermosas nimphas, començó a tañer en una harpa que en las manos tenía, muy dulcemente, de manera que los que le oyan, estavan tan agenos de sí que a nadie se le acordava de cosa que por él uviesse passado. Felismena se sentó en un estrado que en la hermosa quadra estava todo cobierto de paños de brocado y las nimphas y pastoras en torno della_ los pastores se arrimaron a la clara fuente. De la misma manera estavan todos oyendo el celebrado Orpheo que al tiempo que en la tierra de los Ciconios cantava, quando Cipasio fué convertido en ciprés y Atis, en pino. Lugo començó el enamorado Orpheo, al son de su harpa, a cantar dulcemente que no ay sabello dezir. Y bolbiendo el rostro a la hermosa Felismena, dió principio a los versos siguientes:/Canto de Orpheo/Escucha, o Felismena!, el dulce canto/