Y assi luego Luis Honguero, que auia entrado alli como tan digno musico de la Real Capilla y Camara de su Magestad, con aquel natural sossiego de rostro, y aquella admirable destreza, suauidad, dulçura, ygualdad de voz y garga[n]ta, a que ninguna se ha ygualado, començo a cantar vna cancion, que dezia assi[...]